Llevo varios años yendo a la misma peluquería.
Es una peluquería de hombres.
Es importante aclararlo, porque son bastante diferentes a las de mujeres. Quiero decir, aquí es difícil escuchar algo más que la música de fondo.
Algún amago de tarareo por parte del peluquero.
Unas cuantas frases inconsistentes….
Y ahí estás tú, junto al peluquero, viendo vuestro reflejo al frente y sin saber muy bien qué decir.
Lo más interesante suele ser vigilar a qué distancia se acerca su entrepierna a tu brazo, a tu hombro, o a tu cara. Según lo alto que seas.
Quitando eso, es un proceso bastante maquinal.
A mi me lo suele cortar Raúl, el dueño.
Hay mucha gente que se comporta como un robot. Pero ni de coña dejaría que me cortara el pelo un robot.
Raúl no lo es.
Y eso es lo que hace que lleve tantos años abierto.
Que siempre tenga tantos clientes.
Da igual que vayas un viernes por la tarde o un martes por la mañana.
No porque tenga una gran ubicación.
No porque sea el mejor peluquero del mundo.
No porque su local sea el más espectacular.
Sino porque tiene algo que ninguna máquina te podrá dar: empatía.
Bueno, no se si se puede llamar así, pero tiene un par de cosas que desde luego ayudan con eso de la empatía.
Escucha activa.
Y buena memoria.
Siempre me sorprendió cómo se acordaba del nombre de cada uno que entraba por la puerta.
Cómo te pregunta cosas que no pensabas que se acordaría.
Igual que eso que me preguntó el otro día.
Las herramientas están muy bien y la IA te puede ayudar mucho con tu negocio online. No hay duda.
Pero hay algo que no pueden darte: empatía.
Debes conocer a tus clientes, escucharles, conocer sus miedos, sus deseos…
Sólo así podrás hacer que tu negocio funcione como una peluquería que nunca cierra. Como una peluquería que siempre tiene mucha tela que cortar.
Combinando inteligencia artificial y humana.
Como vemos en el próximo curso:
Ai Business Master 2024
Si no te cortas, claro.